Cuando vamos a comprar un producto en el supermercado, si bien es importante ver el precio, también es importante fijarse en el envase. Actualmente va en aumento la tendencia de buscar opciones saludables y para eso es importante revisar las etiquetas.
Hoy me quiero referir en esta publicación a cuatro posibles "trampas" que podemos encontrar en algunos productos. Y digo trampas entre comillas, porque en realidad no es que nos engañen directamente con la información, puede ser correcta. Pero puede llevarnos a confusión o no nos informan adecuadamente. Veamos estos ejemplos:
1. La declaración de "Alimento libre de colesterol": vemos a veces por ejemplo en la botella de aceite de soya las palabras: no contiene colesterol (u otra frase similar). Los alimentos de origen vegetal ya por naturaleza no contienen colesterol. El colesterol lo encontramos en alimentos de origen animal. Pero al poner esta frase en el envase, si bien es verdad, uno puede pensar que entonces es una opción más sana que otras, o que es mejor. Cuando en realidad simplemente es una característica que comparte con otros productos similares.
2. Usar otros nombres para el azúcar: revisamos la lista de ingredientes y resulta que no aparece la palabra azúcar. Entonces pensamos que estamos haciendo una buena compra. Pero resulta que en la lista aparecen nombres como maltosa, dextrosa, jarabe de maíz, fructosa, sacarosa, maltodextrina... Todas estas son sustancias que básicamente son azúcar. No nos dicen ninguna mentira, porque esos son los nombres reales, pero se puede pensar erróneamente que el producto no tiene azúcar añadida.
3. Ajustar el tamaño de la porción: en la etiqueta nutricional siempre se debe indicar el tamaño de la porción, pero a veces se indica un tamaño que es difícil de cuantificar o que no corresponde con el envase completo, pero en esa cantidad, no se ve "tan mal" la cantidad de calorías o de grasa. Por ejemplo, en el caso de los snacks, a veces se pone el tamaño de la porción en gramos (no todo el mundo puede pesar lo que va a comer) y esos gramos usualmente no coinciden con la totalidad del envase. Así que a veces no podemos saber con exactitud cuánto comemos, o habría que hacer una serie de cálculos para saber el total de lo que vamos a consumir. Una vez más, la información es válida, pero no es la más práctica para el consumidor.
4. Hablar solamente de "aceite vegetal": es común ver esto en la lista de ingredientes, sin especificar el tipo de aceite. Lo usual es pensar que el aceite por ser vegetal es saludable. Pero el aceite de palma es de origen vegetal y está muy lejos de ser saludable. Es muy usado en productos envasados porque su costo económico es muy bajo, aunque el costo para la salud puede ser alto. Hay países que ya están regulando esto y exigen que se indique el tipo específico de aceite. Yo al menos le recomiendo a mis pacientes que si dice solamente aceite vegetal, asuman que es de palma. No nos están engañando porque efectivamente es aceite vegetal, pero no nos dan toda la información.
Estos ejemplos nos enseñan que debemos analizar mejor los productos cuando los adquirimos, y no debemos dejarnos llevar con lo que vemos de primera entrada. Debemos aprender a ser consumidores más críticos, e investigar un poco más. Ahora en redes sociales pueden encontrar muchas páginas de profesionales en Nutrición, así que aprovechen esos espacios para hacer todo este tipo de consultas. Entre más informados estén, van a tomar mejores decisiones para su salud (y también para su bolsillo).
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