Ante el estrés, por tristeza, por estar a la espera de una noticia importante, podemos empezar a comer de más, o empezar a comer alimentos que quizás normalmente no consumimos, o no lo hacemos con frecuencia. Y es entonces cuando hablamos de que comemos por ansiedad, aunque la ansiedad no se manifiesta solamente en comer. Por eso podemos hablar específicamente del hambre emocional.
El hambre emocional nos puede suceder a todos en algún momento de la vida, y lo que sucede es que buscamos en la comida el confort que necesitamos en otras áreas.
Ahora bien, el hambre emocional tiene el problema de que nos puede llevar a una ganancia de peso que no deseamos, o a algún padecimiento de salud por aumentar el consumo de ciertos alimentos. Porque aunque puede ser que con el hambre emocional comamos más cantidad de los mismos alimentos de siempre, también es muy frecuente que nos haga buscar alimentos poco saludables, como por ejemplo dulces y golosinas.
Entonces surge la pregunta: ¿qué podemos hacer?
El primer punto, y más importante, es identificar qué es lo que estamos sintiendo realmente, o qué situación estamos pasando, que nos lleva a comer emocionalmente. A veces puede ser muy obvio: quizás algún problema en el trabajo, o estar viviendo por ejemplo un divorcio o un diagnóstico de una enfermedad. Pero a veces puede ser por la suma de pequeñas cosas, o por emociones que tenemos muy guardadas.
Si no tenemos muy claro lo que nos sucede, nos puede ayudar la meditación o el yoga, porque son prácticas que nos permiten conectarnos con nosotros mismos: con nuestro cuerpo, nuestras emociones y pensamientos (y nos ayudan a relajarnos). Pero también va a ser útil la ayuda de un profesional en psicología.
Una vez que tenemos identificada la situación o la emoción, entonces podemos trabajar en lo que necesitamos. Por ejemplo si estamos tristes, pensar qué cosas que no se relacionen con comer, nos puede ayudar a sentirnos más alegres. O si estamos estresados, qué nos puede ayudar a relajarnos, que no sea comer.
También es importante que aprendamos a enfocarnos en el momento presente, y no cargar preocupaciones por más tiempo del necesario. Por ejemplo si tenemos situaciones pendientes en el trabajo, pero no las podemos resolver ya fuera del horario laboral, entonces tratemos de que no dominen o controlen el resto de nuestro tiempo. Aprendamos a hacer lo que se pueda en cada momento.
Por supuesto que todo este proceso de reconocer nuestras emociones e ir manejando la situación, quizás no va a suceder en cuestión de una hora. Por eso necesitamos también algunos consejos alimentarios que nos ayuden. A continuación les ofrezco algunos:
Trate de no saltarse comidas, e incluso hacer meriendas si es necesario, porque entonces se van a juntar el hambre física o real, y el hambre emocional, y con más razón va a comer más.
Puede servirse la comida en un plato un poco más pequeño, pero que se vea lleno. Así usted percibe que está comiendo lo normal, pero en realidad es menos, y eso le ayuda a compensar las calorías que puede llegar a comer de otros alimentos.
Incluya en sus comidas alimentos fuente de grasa y de proteína, ya que estos favorecen la sensación de saciedad o de "llenura" por más tiempo.
Preste atención a la hidratación y trate de tomar suficiente agua, porque a veces podemos confundir las señales de sed, con hambre, y esto puede favorecer que empecemos a comer cuando no nos corresponde.
Haga una lista de actividades que disfrute y le hagan sentir bien, pero que no se relacionen con comer. Y enfóquese en ellas en su tiempo libre.
Procure no tener a mano chocolates, galletas, confites o esos alimentos a los que recurre cuando tiene ansiedad, ya que si los tiene a la vista es mayor el estímulo para comerlos.
Trate de evitar en periodos de funcionar en piloto automático, y cuestiónese antes de comer algo: ¿qué está sintiendo? ¿por qué quiere comer?
Planee sus comidas con tiempo, si es necesario deje cosas adelantadas, para que tenga un mejor control de lo que come.
Coma alimentos de textura crujiente, o que pueda agarrar con las manos, ya que ayudan mucho a calmar la ansiedad. Por ejemplo puede comer palomitas de maíz (preferible de alguna manera saludable, como con solo sal, o con queso Parmesano y algunas hierbas).
Haga algo de ejercicio, no necesariamente en un gimnasio, puede ser caminar o bailar en casa. La actividad física nos ayuda a relajarnos y mejorar nuestro estado de ánimo.
Trate de incluir en sus comidas más cantidad de vegetales, porque va a sentir que consume más volumen de comida, pero sin sumar muchas calorías, además de que son opciones más saludables.
Piense en un "equipo de apoyo": amigos o familiares a los que puede acudir en momentos en que necesite ayuda extra. Sea amable consigo mismo, procure entender que está pasando por una situación particular, no se castigue ni se sienta culpable por estar comiendo de más (con eso puede empeorar la ansiedad).
Para algunos la ansiedad por comer puede ser cosa de unos días, tal vez al pasar un examen o recibir una noticia que esperaban del trabajo, ya vuelven a comer normal. Pero también para otras personas puede suceder que el hambre emocional se vuelva una constante en su vida. Valore su situación, y no dude en buscar la asesoría profesional.
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